A riesgo de que alguien se de por aludido o se sienta ofendido, me ha apetecido exponer un tema que no soporto: los fans desconstrolados.
Últimamente he visto en algunas redes sociales una histeria colectiva en torno ciertos autores, especialmente a un par en concreto. Los fans crean las páginas, grupos o perfiles, según la red, y comparten noticias y organizan sorteos de libros de dichos autores, cosa que me parece realmente estupenda. Es una forma de potenciar la lectura, atraer nuevos fans, propulsar las ventas y darle fama al escritor/a. Los seguidores toman parte en la acción, se comprometen, publican reseñas y las linkean, todo genial.
El problema, a mi juicio, viene cuando muchas de esas personas no ven la línea que separa ser un admirador de ser un histérico, o al menos en la percepción que yo tengo del mundo.
Me explico. A mi por ejemplo, me gusta mucho Marian Keyes, y siempre que publica un libro, independientemente de que el anterior me haya gustado más o menos, lo compro. Si veo una noticia de esa autora, la leo gustosa, si en un foro o red social viese una página suya (oficial o no), probablemente participaría de vez en cuando a la hora de comentar libros. Si hubiese una presentación de un libro suyo en esta zona (vale, esto es prácticamente imposible, pero es un suponer), iría muy contenta.
Pero lo que no puedo entender ni mucho menos aceptar es que alguien rebase eso y se obsesione con el autor en sí. De cada artista, lo que nos gusta es su obra. A mi me gustan los libros de Marian, ¿qué me importa a mi si vive en un 3º piso o si le gusta desayunar tortilla de patatas? ¿Qué me aporta saber si tiene mascotas, si se pinta las uñas y qué opina de los diseños de Galliano? La vida personal del autor no es lo que nos tiene que llegar, sino su creación literaria.
Si la cosa va de sexos, sigo teniendo argumento: me gusta Lenny Kravitz. Me gusta su música, y me parece el tío más sexy del planeta. Cuando me apetece, escucho sus canciones. Me agrada ver fotos suyas, me gusta leer que saca disco nuevo, y si pudiese ir a algún concierto, iría. Pero no me interesa con quien se acuesta, ni si le gusta el arte abstracto o es un fanático religioso. No tengo ni idea de cuántos años tiene ni dónde vive cuando no está de gira. ¡Es que no me aporta nada!
Por tanto, supera mi paciencia leer como muchos fans buscan y publican fotos de dichos autores paseando al perro, haciendo la compra, enumerando los nombres y la edad de sus hijos, queriendo organizar quedadas con ellos para pasar el día y sacarse mil fotos. Decir que haberles visto de lejos o haberse sacado una foto con el móvil es lo mejor que les ha pasado en la vida, esos llantos histéricos y el drama épico en el que se convierte no haber conseguido un libro firmado.
Este fenomeno fan no es solo con los autores, sino con todos los artistas. Puedo comprenderlo si hablamos de adolescentes (aunque ese follón que montan las niñas con Justin Bieber nunca lo he entendido), pero no puedo aceptarlo con personas adultas. Músicos, cantantes, futbolistas... ¿De verdad están persiguiendo fotografiarse con su talento, o con sus culos?
Estos circos organizados me han llevado a darme de baja o borrarme de ciertos grupos y páginas o abandonar perfiles. Lo que yo creía que sería una especie de lugar de encuentro entre seguidores para hablar sobre los libros, debatir y comentar, se ha convertido en un espectáculo ambulante en el que el autor/a se ha transformado en el mono de feria.
Y a mi nunca me han gustado los circos.