viernes, 11 de febrero de 2011

SECRETA PENÉLOPE

Una tarde hace muy poquito fui a devolver un libro a la biblioteca. Tenía otro pendiente, en casa y de echo no pensaba buscar ningún otro, pero es superior a mi ir a la biblioteca y no mirar las estanterías. A veces lo hago por costumbre, por el simple placer de verme rodeada de libros, y ocurrió que me gusta el formato de los libros de la colección "Biblioteca breve" de la editorial Seix Barral, y vi uno. Lo cogí y me interesó el argumento. Y así me fui a casa con Secreta Penélope

No se me ocurre mejor forma de resumir el libro que usando las palabras de su contraportada. Copio textualmente:

"Sara es una fuerza de la naturaleza. Fiera, hermosa, espontánea, vive ajena a ideales y justificaciones. Actúa. Es el ser más caótico de la creación, el más libre, y explora sin límites la eclosión de la libertad sesentayochista. Los mismos amigos que compartieron con ella aquellos años de juventud hicieron lo imposible porque se adaptara a la ortodoxia burguesa con el paso del tiempo, porque sentara la cabeza, fuera madre y esposa. Pero algo salió mal… consiguieron su propósito.

Sara vive a través de la frustración que genera en los demás. Convertida en la sombra de la eterna Penélope, teje humillación y culpa para ser normal. Cada uno de los personajes que forman parte de su vida y que protagonizan esta inquietante novela busca incansablemente, y tal vez sin saberlo, el gran secreto de una mujer que vivió cuando su generación reflexionaba sobre cómo hacerlo, y desapareció cuando los demás creían haber comenzado a vivir.

Secreta Penélope es una novela que puede incomodar, como la verdad, a veces dura y siempre sobrecogedora. Alicia Giménez Bartlett maneja de forma exquisita la ironía, la crítica social o el desarrollo de sus personajes en el tiempo, provocando constantemente reacciones contrapuestas."

Si tuviese que describir el libro en una sola palabra, no lo dudo: intenso. He leído muchísimos libros, pero nunca algo como la historia de Sara. 

Alicia Giménez ha creado un personaje no único, pero si difícil de ver. Sara es una de esas personas fuera de lo común, y que como ocurre con todo diferente en la vida, es rechazada por una sociedad y un grupo de amigos que no la entienden. Es una buenísima explicación de una actitud totalmente humana: no somos capaces de asumir ni querer como tal todo lo que se sale de la norma que nos han enseñado. Nos regimos por unas leyes inquebrantables, tenemos un ritmo de vida fijo, una concepción de como debemos ser y comportarnos que no admite réplica. Aunque la novela se centra en personas que fueron jovenes durante los años setenta y ochenta, creo que el mensaje es perfectamente aplicable a cualquier generación.

Las gustos cambian, las modas son cíclicas, nos enseñan desde pequeños las palabras tolerancia, respeto y humanidad, que nos llenan la boca con teoría pero no sabemos llevarlas a la práctica. Somos bocazas por naturaleza y eso me parece inofensivo cuando se trata de opiniones en cuanto a momentos, a objetos o a situaciones, pero la cosa cambia gravemente cuando hablamos de personas. Y ahí entra Sara.

Hay una frase que dice que somos lo que vemos en casa. Yo creo que puede ser eso, o puede ser que somos a partir de lo que hemos visto en casa, depende de cada persona. Por circunstancias de la vida, Sara era como dice la novela, una fuerza de la naturaleza. Ese ser libre que todos hemos soñado con ser alguna vez, alguien como ella, que no le importa nada lo que piensen de ella, que no le importa la concepción del bien y el mal que tenemos todos porque sencillamente con sus actos no hace daño a nadie, que no entiende a las personas que no disfrutan con libertad y sin tapujos del sexo, que no concibe la vida sin hacer lo que le gusta y nada más. 

Al leer el libro, me surgieron opiniones contradictorias. Por ejemplo, Sara no quería compromiso, solo quería sexo. Nunca mentía en eso, no prometía nada, pero tampoco lo decía directamente. Si se lo preguntaban respondía, si no, se limitaba a no dar a entender a su pretendiente lo que no estaba dispuesta a dar. Pero ocurre con uno de ellos que se enamora de ella, y como es de esperar, ella le rompe el corazón. Le hace sufrir mucho, aunque no le ha prometido nunca nada. Por un lado está el derecho de Sara de disfrutar de todo lo que él le ha ofrecido. Por otro están los sentimientos de él que ella ha dañado. Voluntaria o involuntariamente, con su acción ha dañado a otra persona, ¿es justificable su alma libre en ese caso?

Constantemente se plantean situaciones en las que se debaten la moral y la libertad. Los personajes evolucionan y maduran, y en su evolución arrastran a Sara con ellos obligándole a hacer lo mismo. Se percibe una clara presión sobre su persona, un lavado de cerebro lento pero constante, una obsesión de unos personajes por convertir a Sara en una más en el grupo y un empeño de otros por obligarla a ser la misma de siempre, ese alma libre que les consuela saber que existe, pero negándole de esa forma cualquier posible evolución que ella quisiera tener. En definitiva, Sara es una especie tan extinguida que está sola en el mundo, rodeada de personas que no pueden evitar querer controlarla.

Y volvemos otra vez al principio de todo: rechazamos lo raro y aunque nos fascine, queremos cambiarlo para normalizarlo, porque en caso de lograrlo, basta con el recuerdo de saber que eso ha existido alguna vez.

Es una novela que en mi opinión todos deberíamos leerla alguna vez en la vida, porque creo que todos los personajes, que son pocos, son suficientes para que nos identifiquemos con uno de ellos y con un poco de suerte podamos hacer una autocrítica o al menos una reflexión de la poca posibilidad de existencia que damos a las personas que no son como suponemos que deben ser.

Me morí de pena de tener que devolverlo a la biblioteca, así que cuando pueda lo compraré porque ese libro tiene que quedarse en mis estanterías.



SECRETA PENÉLOPE
-Alicia Giménez Bartlett-
Editorial Seix Barral, año 2003
(PVP. 17€)


M.


1 comentario:

Whoever you are, now I place my hand upon you, that you be my poem...

(Walt Whitman, 1855)