domingo, 29 de mayo de 2011

Entrevista: Albert Espinosa

-¿Cree usted en Dios?

-Más que en Dios, yo creo en la sensación de la gente buena. Creo que hay gente buena que te marca caminos. Y yo he podido conocer a mucha gente buena. Cuando conozco a alguien bueno y sabio, pienso que he encontrado a un pequeño dios.

-¿En qué más cree?

-Creo en el cine totalmente. Hay secuencias en el cine que me han marcado y me fascinan. El cine me ha salvado de muchas cosas. La ficción me ha llevado a la realidad. Creo también en los silencios del teatro. En esos silencios cuyo grosor hace que me emocione. Esos silencios son lo máximo. Ves que está llena la sala, pero la gente respeta la emoción que les está llegando. Creo también en la ternura. Mercero decía que, si había los diez terroristas más buscados, tendrían que existir los diez ternuristas más buscados. La ternura es casi como un delito. Yo creo mucho en la ternura. Es importante. Una amiga francesa, que habla mal el español, un día pidió cien gramos de "ternura" en vez de "ternera". Y le dijo el carnicero: <<Si tuviera ternura, le daría un kilo y medio.>> Esa ternura me fascina. 



Fragmento de una entrevista a Albert Espinosa.
EL SEMANAL XL (29 de mayo de 2011)





Web de Albert.
Más sobre él...

viernes, 27 de mayo de 2011

Cosas de corazón

Acabo de volver a casa y al mirar el móvil tenía un mms...



"Erosi berria, zuretzat bihotzez. Exou."



Millesker zuri K, zarena zarelako. Bihotzez, beti. 



Llu nou llu lof mi. Ai nou llu lof mi. An llu nou ai lof llu. Ai nou txu.

Exou, exou.

Lidel Em.

Fragmento: El arte de conducir bajo la lluvia

Los gestos son lo único que tengo; en ocasiones deben ser exagerados. Y si bien a veces me paso de la raya y me pongo melodramático, es porque debo hacerlo para comunicarme de forma clara y efectiva. Para que se entienda lo que quiero decir sin que quepan dudas: no tengo palabras a las que recurrir, porque, para mi gran disgusto, mi lengua tiene un diseño largo, plano y suelto, y por lo tanto es una herramienta horriblemente ineficaz para mover la comida en la boca mientras mastico, y aún menos útil para emitir inteligentes y complicados sonidos silábicos que se puedan enlazar para formar palabras y oraciones. Y por eso estoy aquí, aguardando a que Denny regrese a casa —debería llegar pronto—, tendido sobre las frescas baldosas del suelo de la cocina, sobre un charco de mi propia orina.
Soy viejo, y aunque debo llegar a ser mucho más viejo, no es así como me quiero marchar: lleno a rebosar de medicamentos para el dolor y acribillado de inyecciones de esteroides para reducir la hinchazón de mis articulaciones. Y con la visión nublada por las cataratas. Mullidos paquetes plásticos de pañales caninos almacenados en la alacena. Estoy seguro de que Denny me compraría uno de esos carritos que he visto en las calles, los que se usan para alojar los cuartos traseros para que los perros puedan arrastrar su propio culo cuando las cosas comienzan a fallar. Eso es humillante y degradante. No sé si es peor que disfrazar a un perro para Halloween, pero le anda cerca. Él lo haría por amor, claro. Estoy seguro de que me mantendría con vida tanto tiempo como le fuese posible, incluso si mi cuerpo se deteriora, se desintegra en torno a mí, se disuelve hasta que no quede más que el cerebro, alimentado por cables y tubos de toda clase y suspendido en un frasco de vidrio lleno de un líquido transparente, en cuya superficie flotarían los ojos. Pero no quiero que me mantengan con vida. Porque sé lo que viene después. Lo vi en la tele. En un documental sobre Mongolia, nada menos. Fue lo mejor que he visto en televisión, después del Gran Premio de Europa de 1993, claro, la mejor carrera automovilística de todos los tiempos, en la que Ayrton Senna demostró ser un genio bajo la lluvia. Después del Gran Premio de 1993, lo mejor que vi en la tele es un documental que me lo explicó todo, me lo aclaró todo, me dijo toda la verdad: que cuando un perro termina de vivir su vida como tal, pasa a reencarnarse como humano.




EL ARTE DE CONDUCIR BAJO LA LLUVIA
-Garth Stein-


Trailerweb oficial de la novela.

jueves, 26 de mayo de 2011

Llegará...


-EL CUADERNO DE MAYA-
Isabel Allende
Plaza & Janes, lanzamiento 25/5/2011
PVP.23,90€


<<Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hindi, maya significa “hechizo, ilusión, sueño”, nada que ver con mi carácter. Atila me calzaría mejor, porque donde pongo el pie no sale más pasto. Mi historia comienza en Chile con mi abuela, mi Nini, mucho antes de que yo naciera, porque si ella no hubiera emigrado, no se habría enamorado de mi Popo ni se habría instalado en California, mi padre no habría conocido a mi madre y yo no sería yo, sino una joven chilena muy diferente.>>


LO VOGLIO!!!


M.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Fragmento: Cosmofobia

-Ten cuidado, no juegues con tu suerte. Hay cosas que nunca acaban bien y esta es una de ellas, está escrito. Piensa que algunos encuentran el vacío insoportable porque tienen demasiadas cosas dentro de si mismos y por eso no soportan la soledad ni la frustración y se empeñan en perseguir lo inalcanzable. Pero si sabes ser paciente en un momento de pasión, escaparás a cien días de tristeza.

-Eso suena a proverbio árabe.

-Porque lo es.


COSMOFOBIA
-Lucía Etxebarria-

martes, 24 de mayo de 2011

A por más...

Aunque no es lo que más me gusta hacer, me ha coincidido que me toca leerme dos libros a la vez... Vale, no tengo ninguna obligación de hacerlo, pero uno me ha caído del cielo cuando estaba totalmente enganchada al otro (Cumbres borrascosas) y soy incapaz de soltarlo!

Y como eso no es bastante, me voy a Fnac a ver que encuentro... 



(Voz interior: mejor deja en casa la libreta donde llevas apuntada La Lista...)



M.

lunes, 23 de mayo de 2011

LA SONRISA DE ELISABET

La sonrisa de Elisabet es uno de los tantos libros que encontré a 1€ en la sección de saldos de Books Center de la calle Princesa, en Madrid, más o menos en diciembre del año pasado. Se lo dejé a mi madre y hace un par de días lo encontré en una de mis caóticas torres de libros, así que lo cogí y me lo leí anoche.

El libro narra la lucha contra el cancer de Elisabet, una joven catalana de veinticuatro años que hace frente a la enfermedad con todo el valor que es capaz de reunir. Junto a su novio, sus padres, su hermano y algunos parientes, Elisabet descubre durante la enfermedad quiénes son sus verdaderos amigos, cuánto le quieren en realidad los que le rodean y en qué merece perder y no perder el tiempo en la vida.

Escrito en primera persona, y a pesar de las circunstancias, Elisabet escribe el libro en un lenguaje cercano, de la misma forma que hablaría con su madre, su novio o cualquier amiga, valiéndose muchas veces de una ironía que resulta graciosa y procurando no perder el ánimo.

Consigue así un libro de lectura fácil que cuando lo dejas no puedes parar de preguntarte "¿Y ahora que le pasará a Elisabet? ¿Cómo sigue eso?" 

Es un libro cortito que se lee rápido (150 páginas) e imposible que deje a nadie indiferente. Uno más, de tantos, sobre la lucha contra el cancer; pero escrito de forma rápida, sencilla y directa, porque el tiempo apremia...

No he encontrado ninguna portada que se viese bien en Google, así que he sacado una foto con la webcam... No es que la calidad sea una pasada, pero más o menos se ve. 




LA SONRISA DE ELISABET
-Elisabet Gili-
Ediciones Roca, año 2002
PVP. original: 14€
PVP. saldo: 1€ en librerías Books Center
(Actualmente descatalogado)


Web de las librerías Books Center.

Web de la AECC (Asociación Española Contra el Cancer)


M.

domingo, 22 de mayo de 2011

TODO LO QUE PODRÍAMOS HABER SIDO TÚ Y YO SI NO FUÉRAMOS TÚ Y YO

En honor a la verdad debo decir que de este libro lo que me llamó la atención fue el título. Luego leí el blog de una chica que comentaba su "historia" con un libro del mismo autor, Albert Espinosa, y entonces fue cuando decidí que tenía que leer algo de ese hombre. Así que la mañana que fui a Elkar y vi Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo, ni me lo pensé. 

He atrasado la lectura porque me fueron llegando otros libros que me podían más que ese. Además es un libro muy finito (tiene 208 páginas) y de lectura muy rápida, y me apetecía leer algo que me durase más, porque como me imaginaba, una vez empezado, el libro me ha durado un par de horas.

Al principio me pareció extraño. Comienza cuando Marcos recibe la noticia de la muerte de su madre y como consecuencia, decide comprar un medicamento que lleva en circulación nueve meses y ha revolucionado al mundo: una vez lo tomas (o mejor dicho, te lo inyectas), ya no vuelves a dormir. El mundo ya se divide en dos tipos de personas: los que duermen y sueñan, y los que no lo hacen. Estos últimos han dado un giro a la costumbre social, y es que ahora hay vida nocturna exactamente igual que la diurna. 

Cuando Marcos por fin recibe el medicamento, su jefe le llama para que acuda rápidamente al lugar donde empieza la acción: tienen retenido en dependencias policiales al que se supone que es el primer extraterrestre que pisa la tierra, al que llaman "el extraño". Para verificarlo, necesitan a Marcos, porque Marcos tiene un don: puede ver y sentir todas las emociones de cualquiera que se le ponga por delante. Lo mejor y lo peor, sus recuerdos, sus ilusiones, sus terrores. 

Pero cuando llega allí, se da cuenta de que él no es el único con ese don: el extraño sabe todo lo que hay dentro de Marcos en cuanto le mira a los ojos. 

A partir de ahí se desata lo que es una historia de fé: creer o no creer. Puedes entender entre líneas, sobre ellas; puedes ser escéptico, puedes pensar que no eres el único con esas ideas. 

El libro trata especialmente sobre los sentimientos y la aceptación de los mismos: los tuyos, los ajenos, lo que sientes por alguien, lo que alguien siente por ti. Marcos pasa gran parte del libro recordando enseñanzas de su madre, una mujer que vivió totalmente ligada al arte y que decía que la vida se divide en tres partes: infancia, sexo y muerte; por lo que todas sus enseñanzas y conclusiones del protagonista giran en torno a esas tres ideas.

Es un libro distinto a lo que normalmente encontramos. Consta de varios capítulos y no es hasta el final cuando se comprende el título de la novela. Espinosa abarca el tema de la vida y la muerte de una manera totalmente diferente a la habitual, creando una historia fuera de serie con unos personajes de lo más corrientes y un final excepcional. 



TODO LO QUE PODRÍAMOS HABER SIDO TÚ Y YO SI NO FUÉRAMOS TÚ Y YO
-Albert Espinosa-
Editorial Grijalbo, año 2010
PVP. 7,95€


Vídeo de la sinopsis.

Web de Albert Espinosa


M.

sábado, 21 de mayo de 2011

LA HUELLA DE UN BESO

La semana pasada me pasé por Fnac buscando Cumbres borrascosas, y paseándome por los pasillos encontré un libro que acababa de apuntar en la libreta de "Libros que quiero leer". Así que me volví a casa con Emily Brontë y Daniel Glattauer (que por cierto es el autor de Contra el viento del norte, libro que espero leer como agua de mayo).

La huella de un beso trata básicamente sobre Max, un chico que quiere escaparse de la Navidad marchándose de vacaciones a las Maldivas, pero tiene un problema: no tiene con quien dejar a Kurt, su braco alemán, un perrazo enorme cuyo objetivo en la vida es dormir. Dejando una posible residencia de animales como última opción, pone un anuncio en internet en el que busca "niñera" para Kurt durante la Navidad. Así es como arremete en sus vidas Katrin, una chica que no solo no soporta la Navidad, sino que busca desesperadamente una excusa para no tener que pasarla de nuevo con sus padres.

Entre Max y Katrin todo son malentendidos, aunque eso no impide que sin apenas conocerse, ambos se enamoren. Pero Max tiene un problema bastante peculiar: tiene fobia a los besos, sobre todo con lengua. Tanta, que si le besan, vomita...

Empecé anteayer a la noche a leer La huella de un beso y acabo de terminarlo. Es un libro cortito, de 265 páginas, y la verdad es que parece estar escrito sólo para provocar sonrisas. El estilo del autor, la ironía divertida y la forma de expresarse me recuerda mucho a Christopher Moore (El ángel más tonto del mundo, Chúpate esa, La sanguijuela de mi niña...).

Me ha gustado. Ni le sobra ni le falta nada, y sobre todo, aunque me repita, Daniel Glattauer me ha hecho sonreír mucho y reír a ratitos. Ahora me toca no perderle de vista.



LA HUELLA DE UN BESO
-Daniel Glattauer-
Editorial Punto de Lectura, año 2011
PVP. 8,99€


"-En realidad, quería preguntarte si te apetece venir a casa a tomar un café antes de irte a trabajar.

-Sí, encantada.
La respuesta de Katrin chocó con el final de la pregunta de Max: <<¿A las ocho?>>

-A las ocho.

-Hasta entonces.

-Hasta ahora.

-Ya tengo ganas.

-Yo también.

-Yo muchas.

-Y yo.

-Bueno, pues hasta ahora entonces.

-Hasta ahora.

<<¡Qué conversación tan buena!>>, pensó Max después. Y todavía se quedó un rato con el teléfono en la mano rememorándola."


(Esta parte me ha resultado tan conmovedora como graciosa... "¡Qué conversación tan buena!" xDD)


M.

viernes, 20 de mayo de 2011

NUNCA MIRAS MIS MANOS

Nunca miras mis manos es el libro con el que me gustaría haber empezado este blog, pero en ese momento estaba lejos de mi casa y el libro no lo tenía a mano, y si hay algo que no me gusta es hablar de un libro sin tenerlo cerca. Después, al volver a casa, pensé muchas veces en hablar sobre él, pero nunca me sentía capaz. No es que el libro sea un tochazo complicado de entender, de esos que hay que leer con un diccionario y la Wikipedia a mano, ni mucho menos. Pero hablar de un libro en este blog implica hablar de lo que ha supuesto para mi y la opinión que yo tengo sobre él, y precisamente por eso me costaba ponerme a hablar de Nunca miras mis manos, porque el peso es enorme. 

No tengo un libro favorito, las cosas como son. Soy incapaz de elegir solo uno, pero sí puedo hablar de los que más me han ayudado o me han marcado por un motivo u otro, y hoy por hoy (más bien desde que lo tengo hasta el día de hoy), Nunca miras mis manos encabeza esa lista. De todos los libros que tengo y he leído (y no son precisamente pocos), este es sin duda el que está más gastado. Salta a la vista que es un libro que ha sido leído muchas veces, que las páginas han sido pasadas en cientos de ocasiones. Las hojas empiezan a adquirir ese tono sepia antes de pasar al amarillento, las puntas de la portada y contraportada están dobladitas, la portada está rayada y por dentro hay muchos párrafos y líneas subrayados. Nunca subrayo los libros, voy copiando en un cuaderno lo que me llama la atención y me gusta, pero este sí, está subrayado a lapiz (gris y rojo) y en otro cuaderno que tengo guardado, están muchas partes del libro copiadas.

En agosto del 2004 me marché dos semanas de vacaciones con mis padres a un pueblito playero que desde entonces se convirtió en mi sitio favorito. Al tercer día llovió y nos fuimos a un centro comercial a pasar la tarde y ahí, dentro del supermercado me pasé por la sección de libros. Cuando ya llevaba cuatro y me disponía a seguir a mis padres, lo ví. Con la portada de frente, pequeñito en su tamaño de bolsillo, medio rostro de mujer, un trozo de playa y unas letras plateadas, mayusculas: NUNCA MIRAS MIS MANOS. Y así, solo porque nadie miraba nunca sus manos, se vino conmigo y los otros cuatro libros; volvimos al piso y yo empecé a leer.


Nunca miras mis manos es sin duda, una historia de amor. Es la historia del amor que siente Corina por Sergio, del amor de Corina por aquellos que ama y de aquellos que la aman aun sin comprenderla, del amor que se siente o no se siente por la propia familia, del amor de los que están y los que ya no están, de los que se quedan y los que se marcharon.


Corina Jacoby fue precoz sintiendo, pero no le dejaron hacerlo. A Corina le hicieron ser, y ella fue, infeliz, pero fue. Hasta que un día conoce a Sergio, que llega con el viento, y le hace creer en el amor. Se cruzan mil palabras, Sergio promete, Corina confía. Sergio quiere poner el mundo a sus pies, Corina quiere recorrerlo. Sergio quiere a Corina, Corina quiere a Sergio. Solo hay una diferencia entre ambos: Corina le quiere sinceramente, le quiere con todos sus sentidos, con toda su alma. Sergio quiere a Corina sinceramente... pero a su manera. Porque él tiene mucho que perder: a su mujer, una mujer que tiene pero que no ama, a su hjo, su prestigio, su carrera. Por eso Sergio ama con condiciones, con claúsulas, con contrato. Y Corina, ciega de amor, a su manera firma ese contrato que le permitirá tener a Sergio a ratos, a veces horas, a veces con suerte, días. 


Corina hace frente a mil cosas que le llegan a la vez. Una madre que nunca debería ser llamada madre, una familia que no la comprende, unos amigos que se mantienen a su lado aunque les parezca que no hace las cosas del todo bien, una tía que es más una madre que una tía, un primo incondicional, magia blanca, magia negra, plantas que te solucionan o te destruyen la vida, paisajes que uno busca luego con desesperación, una nana de un niño que se fue una noche de luna. Hace frente a un amor arrebatador, que no sabe como controlarlo, que es más grande que ella, más de lo que un solo cuerpo puede albergar.


Porque Sergio, que la ama, pero la ama a su manera, no está dispuesto a cargar con nada que no considere necesario, no quiere más extras que los que él mismo elige cuando él quiere. Corina tiene las manos llenas de mil cosas para darle, pero él nunca mira sus manos. Así pasa el tiempo, hasta que ocurre lo inevitable: Corina revienta. 


Podría haber sido una historia mucho mejor. Podría haber sido un amor mucho mayor. Podría haber acabado como se desea que se acaben estas historias. Porque aunque acaba en lo que parece un desamor, no lo es en absoluto. 


Me gustó muchísimo el prólogo "NI ARCADI NI <<EGO SUM>>", especialmente algunas partes que me parecen de lo mas acertadas:


"(...) Sólo creo en las emociones que un libro puede transmitir, el resto no me importa. Lo que quiso decir un autor, jamás lo sabrá nadie. A esta autora nunca le importó. Importa lo que se logra transmitir, lo que cada uno siente al leer lo que un desconocido escribe en un papel.
Pena de mí que no cambié por amor...
Los enfermos de curan en los libros y mueren en las camas.
Eso dicen unos...
Algunos se mueren en los libros y renacen en la cama.
Eso dicen otros... 
(...)
A los buenos hombres. A las buenas mujeres. A ellos dedico este libro que está lleno de olores, sabores y, sobre todo, de sentimientos.
De los buenos y de los malos.
Sin sentimientos, la vida no es tal.
Hasta el odio, en algunos momentos, ayuda a vivir.
Y a los malos, a la gente mala, a los envidiosos, a los perversos, a los que rompen vidas, a los villanos. A esos se lo dedico con la esperanza de que los ataque la pelagra (...) Que sufran todo lo que hicieron sufrir a los demás.
A vosotros, a los que no sentís más que vuestro propio placer o sufrimiento, os dedico el libro. Con rencor. 
(...)
El que olvida, muere..."


Ese libro me salvó el verano, me salvó muchas veces. Las manos llenas de Corina que Sergio nunca miraba me hicieron aprender muchas cosas. Terminé el libro una mañana en la playa. Cuando lo cerré, me quedé mirándome las manos y mirando el libro. Sentí ganas de abrazar a Corina, de coger el libro y tirárselo a Sergio a la cabeza, de gritarle "¿Qué te pasa? ¿Tan ciego estás? ¿No ves lo que tienes delante? ¿Cuántas personas crees que te vas a encontrar en tu vida que te ofrezcan sus manos llenas de esa forma?" Pero allí no estaban ninguno de los dos, sólo tenía el libro. Así que lo abrí otra vez y volví a empezar. 


Desde entonces lo he leído al menos una vez al año, o lo he cogido cuando me he sentido turbada. Cada vez que lo leo saco algo nuevo, entiendo una nueva sensación. Alguna vez yo también he sentido que no han mirado mis manos. Y entonces, el camino es un poco menos duro teniendo cerca a Corina Jacoby.


Este es uno de esos casos en los que nunca dejaré de sentirme afortunada por la lluvia que aquel día nos llevó a un centro comercial y en el que estaré eternamente agradecida a Susana Pérez-Alonso por haber pasado la historia a papel. He leído otros libros de la autora, pero en mi opinión esta es sin duda su obra maestra.




NUNCA MIRAS MIS MANOS
-Susana Pérez-Alonso-
Grijalbo, año 2003
PVP. 7,95€




Web de Susana Pérez-Alonso.

jueves, 19 de mayo de 2011

EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS

Quise alargar el libro todo lo posible, porque eso significaba no salir de la historia, que las páginas me siguiesen esperando, enganchándome a cada párrafo. Pero a la vez no podía soltarlo y a cada minuto libre he leído una línea, dos, un párrafo, lo que diese tiempo.

Y finalmente las tortugas han bailado el vals y no solo no me han decepcionado, sino que me quito el sombrero ante Katherine Pancol, porque me ha dejado claro lo que ya pensaba: que segundas partes casi nunca son buenas, pero si se pone mucho empeño, ilusión y ganas, puede salir algo maravilloso. Y eso ha sido este vals. 

Primero tengo que dejar claro que El vals lento de las tortugas no es obligatoriamente la segunda parte de Los ojos amarillos de los cocodrilos. El vals lento de las tortugas puede ser otro capítulo más en la vida de todos los personajes que completaron la primera novela, recibiendo a otros nuevos, algunos mejores, otros peores pero todos indispensables. 

En este caso, la sinopsis de la contraportada me ha gustado tanto como con el otro libro:

"Este libro es como una borrasca en medio de la vida...
El beso abrasador de aquel que nunca debimos besar...
Un abrazo que es refugio o muerte...
Un hombre inquietante pero encantador...
Una mujer que tiembla y espera ardientemente...
Un hombre que miente...
Una mujer que cree dirigir el baile pero que ha perdido el paso...
Dos adolescentes más enterados que los mayores...
Un hombre que juega a resucitar...
Un padre allá arriba en las estrellas...
Musitando al oído de su hija...
Un perro tan feo que nos apartamos de su lado...

Personajes que avanzan tercamente.
Como pequeñas tortugas obstinadas.
Que aprenden a bailar lentamente, lentamente.
En un mundo demasiado rápido, demasiado violento."

En esta ocasión Josephine ha avanzado pero no lo ve. Cree que sigue siendo la misma mujer que se cree poco o nada merecedora del amor de aquellos que ama: sus hijas, su madre, su hermana, el hombre del que se enamora. Pero Jo es distinta: es más fuerte, es más segura, es más capaz. Jo se ha endurecido y aun así mantiene la esencia de lo que era y lo que hace que yo personalmente la aprecie tanto: en el fondo sigue siendo una mujer que se preocupa por todo aquel que le rodea, que sólo quiere que todos los que ama se sientan cómodos y felices, que sepan que les quiere y que ella está ahí. 

Y en esa evolución tiene que lidiar con su hermana Iris, que se ha pasado toda la vida subida en un pedestal del que ha caido y no puede soportar; con su madre, una mujer totalmente amargada y con el alma podrida; con Hortense y Zoe, sus hijas una ya adulta que empieza a descubrir el mundo y la otra adolescente que conoce su primer amor; con un nuevo piso que trae consigo nuevos vecinos, algunos muy inquietantes; con un asesino en serie que intenta acabar con ella por error; con el amor que siente por un hombre que cree prohibido pero que es mutuo, a pesar de los silencios de él.

Una vez más Pancol nos pone en situaciones que podrían ocurrirnos a todos y cada uno de nosotros, salvando la excepción del caso del asesino en serie que es poco probable, todo lo demás son claros ejemplos de que la vida es cambiante, que somos nosotros los que podemos cambiar nuestras circunstancias y de que el camino puede hacerse, porque lo importante no es hacerlo rápidamente para acabar antes, sino hacerlo despacio, y hacerlo bien. Como las tortugas...

Podría seguir hablando del libro durante mucho más rato, pero sería darle vueltas a lo mismo: lo hermoso que me ha resultado el mensaje (aquí recalco que es MI opinión, el mensaje que yo he captado, algo que explico en la entrada anterior) y lo contenta que estoy de haber leído el libro en este momento.


EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS
-Katherine Pancol-
Editorial La Esfera de los Libros, año 2011
PVP. 21,90€


M.

Nota personal y fragmento

No me gusta hablar de los libros que estoy leyendo hasta haberlos terminado. Ni escribir sobre ellos, ni comentarlos. Hasta tener el libro acabado, no me siento capaz de decir lo que opino, ya que a veces el final me sorprende y da un giro a la opinión que tenía formada. 

Por otro lado, siempre he pensado que aunque somos nosotros los que vamos buscando libros, son ellos los que nos encuentran. En mi forma de ver las cosas, nada ocurre por casualidad, y los libros son el ejemplo claro: nunca llega a nosotros una lectura casual que no nos aporte nada. Puede que un libro nos llegue en un momento que no seamos capaces de entender su mensaje, pero antes o después termina sirviendo; y si somos un poco despiertos, llegamos a comprender y relacionar el libro con el momento en el que llegó y no lo supimos ver.

En función del momento de la vida en el que nos encontremos, tendemos a identificarnos o comprender más a unos personajes que a otros, unas historias nos afectan más que otras y nos aferramos a algunos finales como si fuesen la solución de nuestro mañana. Si pasado un tiempo volvemos a leer el libro, con la circunstancia cambiada, nos identificaremos probablemente con otro personaje y su situación, entendiendo así que la vida es cambiante y pasamos por todas las casillas. Esto es algo que el libro que estoy leyendo ahora mismo no hace más que confirmarlo a cada página que paso. 

Lógicamente me identifico más con unos que con otros, y aunque eso queda en mi intimidad, hoy leyendo me he quedado fascinada con la historia que cuenta un personaje al que no he tenido en consideración en ningún momento, y me ha parecido tan bonito que he pensado que tenía que quedarse aquí. 

Por eso la etiqueta de esta entrada va a ser "Fragmentos", porque no deja de serlo. Pero es un fragmento con su aclaración, porque como todo, absolutamente nada es casualidad...


-Fue hace mucho tiempo, yo vivía con mi padre en el distrito veinte, era un chavalín, mi madre había muerto y yo estaba más triste que un piano sin teclas. Delante de mi padre no lloraba, pero me pasaba el día apretando los dientes. Apenas me quedaban encías de tanto apretármelos. Vivíamos con poca cosa, él era deshollinador, ya sé que no es un oficio muy limpio, pero así se ganaba la vida, y debo decirte que no era el jefe, trabajaba a destajo. Muchas chimeneas tenía que deshollinar para conseguir un trozo de carne para el cocido de la cena. Así que las caricias no eran lo suyo, siempre tenía miedo de ensuciarme o de ensuciar a una mujer. Siempre fingió que no se había vuelto a casar por eso, pero yo sé que estaba negro de desesperación. Así que allí estábamos, los dos, como dos cachorros abandonados, sollozando cada uno por su lado, cortando el pan en silencio y comiendo la sopa sin decir nada. Y es que menuda mujer era mi madre. Era como de seda, como un hada de las montañas azules y con un corazón grande como tres coliflores. Irradiaba amor a todo el mundo, la gente la veneraba en el barrio. Un día, al volver del colegio, me encontré un grajo. Allí, en el camino, parecía que me estaba esperando. Lo recogí y lo alimenté. No era muy bonito, un poco apolillado, pero tenía un largo pico muy amarillo, amarillo como si se lo hubieran pintado. Y además en la punta de las plumas tenía manchas azules y verdes que parecían un abanico. 

-¿No sería un pavo real?

-Te he dicho que no me interrumpas, que si no, no vuelvo a arrancar. Esto de las imágenes es doloroso. Lo recogí y le enseñé a decir "Eva". Eva era el nombre de mi madre. A mi padre le parecía tan guapa que la llamaba Eva Gardner. Eva, Eva, Eva, le repetía cuando me quedaba a solas con él. Terminó diciendo "Eva", y me volví loco de alegría. Te lo juro, era como si mi madre hubiese vuelto. Dormía, agarrado al montante de la cama, y por la noche, antes de que me durmiese, croaba: "Eva, Eva". Y yo sonreía como los ángeles. Dormía como un bendito. Dejé de estar triste. Él había acabado con la pena, me había deshollinado el corazón. Mi padre no sabía nada de eso, pero él también volvió a silbar. Partía por la mañana con su pértiga, su cubo, sus trapos y silbaba. Ya no bebía más que agua ¿sabes? ¡A los deshollinadores les pierde la sed! Se pasan el día comiendo carbón, así que necesitan quitarse la sed. Y él, el pater, ¡se dedicó al agua! Limpia y clara. Yo no rechistaba, miraba al grajo que no soltaba prenda delante de él, y te lo juro, me devolvía la mirada con un aire... ¿cómo decírtelo? ... un aire de decirme estoy aquí, velo por vosotros, todo va a ir muy bien. Aquello duró bastante tiempo, silbábamos, silbábamos, y entonces... Murió atropellado. Un borracho le pasó por encima. Se quedó plano como una tortilla, solo quedó intacto el pico amarillo. Lloré, lloré, el Amazonas a mi lado era un grifo que goteaba. Mi padre y yo lo metimos en una caja y fuimos a enterrarlo, a escondidas, en la placita al lado de nuestra casa. Pasó un tiempo y después, una noche negra, me despertó un ruido en mi ventana. Como si golpearan con una llave. Fui a ver: era mi grajo que estaba allí, con el mismo pico amarillo, las mismas plumas verdes y azules. Croaba: "Eva, Eva" y yo le miraba con los ojos abiertos como platos. "Eva, Eva" repetía golpeando el cristal. Lo vi como te estoy viendo a ti. Mi grajo. Encendí la luz para asegurarme que no estaba soñando y lo dejé entrar. Volvió todas las noches. Cuando oscurecía. Hasta que me hice mayor y conocí a una chica. Debió pensar que ya no lo necesitaba y se fue. Te diré que me puse triste, ¡no te puedes hacer la idea! No volví a ver a la chica, y durante mucho mucho tiempo no toqué a otra diciéndome que iba a volver. No volvió más. Ya está, esa es mi historia (...)

Marcel había escuchado con la boca abierta. El relato de René le había conmovido tanto que le costaba no echarse a llorar. Sentía ganas de coger a su viejo amigo entre sus brazos y estrecharle con fuerza. Tendió la mano y rozó el rostro de René, sintiendo la aspereza de la barba bajo sus dedos. 

-¡Oh, René! ¡Es tan bonito! - Dijo con la voz entrecortada por los sollozos.

-¡No te lo he contado para que lloriquees! Sólo para decirte que hay cosas incomprensibles en la vida, cosas que no tienen la menor base y sin embargo, pasan. (...)

EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS
-Katherine Pancol-

lunes, 16 de mayo de 2011

Fragmento: El consuelo

Se quedaba siempre como apartado. Allá, lejos de las verjas, fuera de nuestro alcance. Con la mirada febril y los brazos cruzados. Más que cruzados incluso, cerrados, rígidos. Como si tuviera frío o le doliera la tripa. Como si se agarrara a sí mismo para no caer. Con la mirada nos desafiaba a todos pero no miraba a nadie.

Buscaba la silueta de un único niño, sujetando con fuerza contra su pecho una bolsita de papel. Era un panecillo relleno de chocolate, yo lo sabía, y siempre me preguntaba si no estaría ya todo aplastado, a fuerza de... Sí, era eso a lo que se sujetaba, a la campana, al desprecio de la gente, al rodeo por la panadería y a todas esas manchitas de grasa en
su solapa, que eran como medallas, inesperadas.

Inesperadas...

Pero... ¿cómo podía yo saberlo entonces? Por aquel entonces me daba miedo. Llevaba unos zapatos demasiado puntiagudos, tenía las uñas demasiado largas y el dedo índice demasiado amarillo. Y los labios demasiado rojos. Y el abrigo demasiado corto y desde luego demasiado estrecho. Y las ojeras demasiado oscuras. Y la voz demasiado extraña.

Cuando por fin nos veía, sonreía abriendo los brazos. Se inclinaba en silencio, le tocaba el pelo, los hombros, el rostro. Y, mientras mi madre me agarraba con fuerza, yo contaba, fascinado, todas esas sortijas que acariciaban las mejillas de mi amigo. Llevaba una en cada dedo. Sortijas de verdad, bonitas, valiosas, como las de mis abuelas... Era siempre en ese preciso momento cuando ella se daba la vuelta, horrorizada, y yo le soltaba la mano.

Alexis, en cambio, no. Él no se zafaba jamás. Le daba su cartera y con la otra mano, la vacía, se iba comiendo la merienda mientras se alejaban hacia la plaza del Mercado. Alexis, con su extraterrestre con alzas, su monstruo de feria, su bufón de patio de recreo, se sentía más seguro que yo, y era más querido. O eso creía yo. Un día de todas maneras se lo pregunté:

—Pero... o sea... ¿es... es un señor o una señora?
—¿Quién?
—Pues... el... la... ese que viene a buscarte por las tardes.

Se encogió de hombros. Pues un señor, claro. Pero al que llamaba su *tata. Y ella, su tata, le había prometido por ejemplo que le iba a traer tabas de oro, y si yo quería, me las cambiaría por esa canica, sí, mira, eso, por esa canica... Hoy se está retrasando... Espero que no haya perdido las llaves... Porque lo pierde siempre todo, ¿sabes? Suele decir que un día se le olvidará la cabeza en la peluquería o en el probador de un gran almacén, y luego se ríe, ¡y dice que menos mal que tiene piernas! Pues un señor, hombre, qué va a ser. Qué pregunta...

No consigo recordar su nombre. Y eso que era algo totalmente fuera de lo común... Un nombre de music-hall, de terciopelo dado de sí y de tabaco frío. Un nombre como Gigi Lamor o Gino Cherubini o Rubí Dolorosa o...

Ya no me acuerdo y me muero de rabia de no acordarme. Estoy en un avión rumbo a la otra punta del mundo, tengo que dormir, tengo que dormir. Me he tomado unas pastillas para eso. No tengo más remedio, si no me va a dar algo. No he pegado ojo desde hace tanto tiempo... y me... Me va a dar algo. Pero no hay manera. Ni la química, ni la tristeza, ni el agotamiento. A más de treinta mil pies, tan alto en el vacío, todavía pugno como un idiota, removiendo recuerdos mal apagados. Y cuanto más soplo más me pican los ojos, y cuanto menos veo, más bajo me arrodillo todavía. Mi vecina ya me ha pedido dos veces que apague la lamparita de lectura. Lo siento, pero no. Fue hace cuarenta años, señora... Cuarenta años, ¿comprende? Necesito luz para recordar el nombre de ese viejo travesti. Ese nombre genial que por supuesto he olvidado, porque yo también lo llamaba Nounou. Y yo también lo adoraba. Porque así eran las cosas con ellos: a la gente se la adoraba...


*La palabra francesa para «tata» es «nounou» y da nombre a este personaje.

(N. de la t.)

EL CONSUELO
-Anna Gavalda-

martes, 10 de mayo de 2011

Fragmento: Alicia en el País de las Maravillas

Alicia suspiró fastidiada.

-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.

-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!

-¡No sé lo que usted quiere decir! -protestó Alicia.

-¡Claro que no lo sabes! -dijo el Sombrerero, arrugando la nariz en un gesto de desprecio- ¡Estoy seguro de que ni siquiera has hablado nunca con el Tiempo!

-Creo que no -respondió Alicia con cautela-. Pero en la clase de música tengo que marcar el tiempo con palmadas.

-¡Ah, eso lo explica todo! -dijo el Sombrerero-. El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj. ¡La una y media! ¡Hora de comer!
 
(«¡Cómo me gustaría que lo fuera ahora!», se dijo la Liebre de Marzo para sí en un susurro).
 
-Sería estupendo, desde luego -admitió Alicia, pensativa-. Pero entonces todavía no tendría hambre, ¿no le parece?
 
-Quizá no tuvieras hambre al principio -dijo el Sombrerero-. Pero es que podrías hacer que siguiera siendo la una y media todo el rato que tú quisieras.
 
-¿Es esto lo que ustedes hacen con el Tiempo? -preguntó Alicia.
 
El Sombrerero movió la cabeza con pesar.

-¡Yo no! -contestó-. Nos peleamos el pasado marzo, justo antes de que ésta se volviera loca, sabes (y señaló con la cucharilla hacia la Liebre de Marzo).
 
-¿Ah, sí?- preguntó Alicia interesada.
 
-Sí. Sucedió durante el gran concierto que ofreció la Reina de Corazones, y en el que me tocó cantar a mí.
 
-¿Y que cantaste?- preguntó Alicia.
 
-Pues canté: "Brilla, brilla, ratita alada, ¿en que estás tan atareada?". Porque esa canción la conocerás, ¿no?
 
-Quizá me suene de algo, pero no estoy segura.- dijo Alicia.
 
-Tiene más estrofas -siguió el Sombrerero-. Por ejemplo:" Por sobre el Universo vas volando, con una bandeja de teteras llevando. Brilla, brilla..." Bueno -siguió contando su historia el Sombrerero-. Lo cierto es que apenas había terminado yo la primera estrofa, cuando la Reina se puso a gritar: «¡Vaya forma estúpida de matar el tiempo! ¡Que le corten la cabeza!»
 
-¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera! -exclamó Alicia.
 
-Y desde entonces -añadió el Sombrerero con una voz tristísima-, el Tiempo cree que quise matarlo y no quiere hacer nada por mí. Ahora son siempre las seis de la tarde. 

Alicia comprendió de repente todo lo que allí ocurría.


ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
-Lewis Carroll-

lunes, 9 de mayo de 2011

Regalos

Esta mañana me han regalado EL VALS LENTO DE LAS TORTUGAS, que es la segunda parte de Los ojos amarillos de los cocodrilos

La tía de la tienda se ha empeñado en joder la mañana diciendo que según las críticas, esta segunda parte "es mucho peor que la primera". Todo esto sin haber leído ni uno ni otro... En fin.

Pues a ello...

domingo, 8 de mayo de 2011

CON EL CORAZÓN EN LA MANO

Finalmente decidí empezar leyendo Con el corazón en la mano. Lo único que sabía del libro es que tenía una estrecha relación con África (continente que no me llama nada la atención) y que era una historia entre dos mujeres; además de ser un éxito en ventas.

Lo cogí con mucha desgana, más por necesidad de leer que otra cosa, y porque sabía que me duraría más que el del Espinosa, que es muy finito. Y aun así este libro (296 páginas) me ha durado dos días.

Con el corazón en la mano es la historia de Andrew y Sarah, un matrimonio británico que van a pasar unas vacaciones a una playa de Nigeria; y de Little Bee, una joven nigeriana que escapa de los soldados que quieren matar a ella y a su hermana por haber sido testigos de la matanza que cae sobre su pueblo a causa de una guerra por el petróleo. 

Lo que para el matrimonio debían ser unas vacaciones curativas terminó en tragedia. Dos años después, Little Bee aparece en la puerta de casa de Sarah, unas pocas horas antes del entierro de Andrew. A partir de ahí la narración se completa a turnos entre Sarah y Little Bee, contando así cada una el terror vivido personalmente en Nigeria y los dos años transcurridos hasta el momento. 

Sarah tiene que volver a tomar riendas de su vida y la de su hijo, Little Bee necesita un sitio en un mundo en el que sin papeles deja de ser persona, y ambas necesitas volver al pasado para aclarar su futuro.

Es una historia triste, en la que he buscado desesperadamente un final feliz que yo no he sido capaz de encontrar. Es también una lección de humanidad, de compresión e incompresión, de pérdidas, de calor humano y sobre todo es un canto a la sinceridad y una lección moral. 

Aunque no es el libro que más me ha gustado, lo recomiendo sin pensarlo.


CON EL CORAZÓN EN LA MANO
-Chris Cleave-
Editorial Maeva, 2010
PVP. 19,50€

M.

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL PENÚLTIMO SUEÑO

Normalmente siempre recuerdo cuándo y dónde compré cada libro, sobre todo si por algún motivo son especiales para mí. Pero con El penúltimo sueño no consigo recordarlo, solo sé que más o menos fue por el año 2007, cuando Planeta lo lanzó en formato de bolsillo.

Cuando la gente me dice que elija un libro, no puedo. No tengo uno favorito, tengo muchos.  Podría hacer una lista de libros especiales para mi, y ninguno tiene el mismo motivo para serlo, y es que en esa lista hay libros de lo más variopintos. El penúltimo sueño es uno más en esa lista, que además va entre los diez primeros. 

No es una revelación. No me hizo ver algo que no supiese ya, no es un libro complicado, con palabras que hay que buscar en el diccionario. No aparece en las listas de lectura de los institutos, no es un libro especialmente comentado en la calle ni recomendado sobre otros en las librerías. Pero como casi todos los libros que me gustan, tiene mucho sentimiento, la historia me parece bellísima y el trabajo de la autora con el desarrollo y descripción de los personajes me parece sublime. 

Ángela Becerra cuenta en esta novela la historia de Joan Dolgut y Soledad Urdaneta, que viven su primer amor de la forma más complicada: les separa el abismo que es la clase social, el dinero y un océano. Conocerse es el principio de todo; el primer día de su vida juntos en los días de vacaciones de Soledad, separados por años, kilómetros, normas y la incomprensión general de sus respectivos entornos, pero aun así juntos de nuevo, todos y cada uno de los días de su vida en los que ninguno se despierta, se acuesta o da un solo paso sin pensar en el otro.  Y al final de su existencia es cuando por fin termina el sueño y empieza la realidad... y la muerte.

Ahí entran en juego los respectivos hijos y nietos de cada uno, que se afanarán por saber cual fue la historia real de sus padres, esos desconocidos de quienes no sabían nada más que lo que ellos decidieron contarles, ocultando así la presencia del gran amor de su vida. Comienza así para ellos otras historias de amor y sentimientos, equivocaciones, pasos seguidos, y como dice la contraportada, "espiritualidad y erotismo". 

Becerra ha creado la que para mi es su obra maestra, un libro que tendría que leer todo el mundo para despertar aquello que tiene dormido o ni siquiera sabe que tiene, una lectura obligatoria para sentir en todas y cada una de las páginas, con todos y cada uno de los personajes que la completan. 
Una obra de arte en estado puro.

EL PENÚLTIMO SUEÑO
-Ángela Becerra-
Planeta, año 2005
DeBolsillo, año 2007 (PVP. 8,95€)

Blog de Ángela Becerra en ADN.

M.