Y no me lo
pensé. Porque si bien el final de su anterior novela (No me iré sin decirte adónde
voy) me dejó un regusto amargo porque me pareció más bien malo, el resto de la
novela me resultó digna de elogio y con una profundización psicológica maravillosa.
Por lo que a los pocos días tenía el libro en casa, y aunque sólo son 283
páginas, a causa del trabajo no he podido leerlo a la velocidad que acostumbro.
Pero por fin puedo reseñarlo.
Esta vez,
Gounelle nos lleva a la selva de la mano de Sandro, un profesor universitario
que lo deja todo para ir al Amazonas donde espera solucionar una cuenta
pendiente con la vida y tal vez, paliar el dolor y derrotar a los fantasmas que
no le permiten seguir adelante con su vida: la muerte de su esposa en esa selva.
Se adentra
en la selva en busca de una tribu concreta junto con tres ex soldados, hombres
violentos que han pasado su vida luchando y no ven más allá del dolor y el
sufrimiento que pueden llegar a provocar. Haciendo de guías, guardaespaldas y si
fuese necesario, de sicarios, los cuatro hombres llegan al corazón del Amazonas
y acampan junto a la tribu a la espera de las ordenes de Sandro. Porque este
hombre que no es más que un inmenso sufrimiento andante, tiene un objetivo:
aniquilar a toda la tribu pero no de forma física, sino una destrucción lenta y
metódica, exclusivamente psicológica.
Llegados a
este punto, el lector se hace preguntas obligatorias, en mi caso en el
siguiente orden: ¿qué motivo le lleva a Sandro a querer aniquilar a los indios?
¿Qué relación existe entre su difunta esposa y esa tribu? ¿Qué se pretende mostrar entre dos culturas tan distintas como son
un hombre americano de clase media y un grupo de indios que viven de lo que la
naturaleza les proporciona y nada más?
Probablemente
surgen más preguntas, pero creo que esas son las más importantes y las que sin
duda se van despejando a lo largo de la lectura. En general, tanto Sandro como
los sicarios y los indios, el Amazonas y la naturaleza, me han parecido algo
puramente simbólico.
Intentaré
explicarlo sin spoilear ni destapar los hechos. Creo que todos diferenciaremos
a Sandro y los indios de forma rápida: Sandro viene de una sociedad moderna, en
la que manda el dinero, donde la distinción de clases, de sexos y bienes
materiales marca la diferencia entre las personas. Sin embargo los indios son
personas sencillas, muy puras, que viven de lo que la propia selva les
proporciona, que conviven en armonía porque nadie es más que nadie y sobre
todo, nadie tiene más que nadie. Al contrario que nosotros, ellos no entienden
que alguien sea quien es por lo que posee, sino por su propia persona y sus
actos para con los demás. Así que tenemos las dos caras de la moneda: la inocencia
rota y la inocencia pura.
Y como tal,
el plan de Sandro es aparentemente sencillo: si los indios son puros, están
totalmente expuestos a la contaminación de su espíritu, sobre todo cuando no lo
esperan ni lo ven venir.
La técnica
psicológica es impresionante, pero no tanto como la conciencia que toma el
lector mientras lee. Porque definitivamente, es imposible separar la propia
conciencia de la lectura y en ocasiones resulta tan duro que yo tuve que dejar
de leer y continuar un rato después.
No me ha
convencido el escenario, y es que el “rollo” (siento mucho usar esta palabra,
pero para mi es la más adecuada) que tienen los indios con la naturaleza me
aburre soberanamente. Pienso que un ejemplo podrían ser los niños; un grupo de
niños pequeños son tan puros como esos indios, pero entiendo que en conjunto,
Gounelle se vale de muchas ventajas usando la selva como escenario.
No solo eso,
sino la cantidad de personajes, tanto principales como secundarios consiguen transmitir distintas personalidades y por lo tanto distintas formas
d sufrir, ser feliz y enfrentar la adversidad. En general, ese pequeño estudio
del ser humano y sus reacciones ante la vida me parece estupendo y muy
interesante.
Respecto al
lenguaje, es de los que siempre me han gustado: cercano, con una expresión que
hace que todos podamos entender lo que hay entre líneas y nos permite
profundizar y sentir con todos los personajes: los que sufren, los que ríen,
los que agreden, los agredidos, los dolidos, los soñadores, los conciliadores,
los que esperan, los que desesperan... El autor ha sido capaz de conseguir que
el lector empatice con todos y se reconozca a si mismo en prácticamente todas
las situaciones que surgen.
Con el final
me ha ocurrido lo mismo que la última vez: no termina de gustarme, pero en la
línea del misticismo de Gounelle, es mejor y más adecuado, aunque poco
realista. Pero este tipo de detalles, cosas que saltan a la vista que no
podrían suceder, ocurren durante toda la novela, y la mejor forma de pasarlos
por alto es recordando que efectivamente, se trata de un libro.
Recomiendo
leerlo porque es una pequeña cura de humildad y una gran ayuda para entender
las actitudes extremas de algunas personas que nos rodean, así como las
propias. Porque es un libro que saca lo mejor y lo peor del ser humano.
Y es que
como dice mi padre, ni los malos son tan malos ni los buenos son tan buenos.
Muchas
gracias, Alicia, por este regalo.
TE LLEVARÉ A UN LUGAR DONDE TODO ES POSIBLE
-Laurent Gounelle-
Editorial Planeta, año 2013
PVP. 18,90€
Parece que no esta nada mal :) gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn beso
No lo conocía. Creo que me puede gustar.
ResponderEliminarPues vaya, yo tengo su anterior libro, el que te pàreció casi malo xDD. Lo leeré primero...pero tendré en cuenta que este es mejor.
ResponderEliminarUn beso!
Hola. Yo lo reseñe también hace poco. Estoy de acuerdo contigo en todo, pero al contrario que a ti, yo al principio no le encontraba mucho sentido a eso de fastidiar y fastidiar a los indios. Según se acercaba al final, me fue gustando un poco más. Aún así, a mi me gustó más el primero "No me iré sin decirte a donde voy".
ResponderEliminarBesotes
Lo tengo pendiente. Quiero leerme primero el libro anterior =)
ResponderEliminarBesotes
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