Las ganas que tenía de leer Cada día, cada hora era vox populi. Cuando gracias a Bloguzz, por fin me llegó, creo que mi velocidad lectora se disparó al máximo, porque tenía otros dos por delante y como eran de la biblioteca (y en mi biblioteca uno nunca sabe ni cuando reciben libros ni cuando los devolverá el personal), quería leerlos sí o sí. Vamos que quería leerlo todo...
Así que a medida que se acercaba el momento de ponerme con Cada día, cada hora, mis expectativas iban creciendo, demasiado tal vez, lo reconozco. Y lo cierto es que no tengo ninguna explicación de por qué ese afán por leer el libro, si el argumento no es nada del otro jueves: historias de amor hay millones, y como dice mi amiga Ainhara, "vas a terminar vomitando arco iris de tanta pastelada". Y razón no le falta, porque acabé un poco cansada de tanta historia perfecta, pero esto fue un flechazo y yo soy débil...
No sé por qué, últimamente estoy con novelas que me cuesta mucho reseñar de forma aceptable sin meter un spoiler de sacarse los ojos. En este caso, va todo enlazado hasta el extremo, así que llegados a este punto, a los que estáis leyendo la novela, tal vez debería recomendaros no seguir, para no desvelar ni interceder en ninguna idea.
Cada día, cada hora en principio se podía resumir de forma muy rapida: Dora y Luka son dos niños que desde el primer día de colegio se hicieron íntimos y de ahí, inseparables. Se quieren con locura, hasta que por circunstancias, la vida los separa y se reencuentran años después. Y se siguen queriendo como el primer día. Punto.
Es de cajón pensar que ni en las novelas la vida es tan fácil y que algo va a entorpecerles el camino a los protagonistas. Y a eso es a lo que voy. La novela empieza en Macarsca, un pueblo costero de Croacia, en el año 1959. Como decía,
la amistad de Luka y Dora es de cuento, idílica, perfecta, como sólo pueden ser una amistad infantil. Pero cuando tienen 9 y 7 años,
las cosas cambian y Dora tiene que dejar Macarsca para instalarse en París.
Por algún motivo que yo no alcanzo a comprender, en ningún momento se plantea la posibilidad de que los niños mantengan correspondencia ni contacto de ningún tipo, así que toda relación queda suspendida en un stand by, que con el tiempo se convierte en un supuesto olvido.
Como no podía ser de otra forma, los niños dejan de ser niños para dar paso a dos jóvenes con ganas de comerse el mundo, cada uno con sus pasiones. Y así, se reencuentran y todo vuelve a surgir con una naturalidad que deja claro que quererse es lo que mejor saben hacer y a lo que están destinados.
Aviso: posible spoiler para los que están leyendo el libro.
Pero... Pero... Pero... A partir de ahí todo son peros. Porque las cosas no son tan fáciles y la vida que han llevado hasta el momento no permite ser olvidada como si nunca hubiese existido. La familia, las personas que dejamos o queremos dejar en el camino, las circunstancias personales, laborales, sentimentales... Y estar juntos se convierte en una lucha contra el mundo, cuyos escenarios son París y de nuevo, el origen de todo: Macarsca.
Lo que debería ser una historia de amor, para mi, es una historia de desamor. Por un sencillo motivo, y es que en mi opinión, querer a alguien solo es el primer paso. Porque querer sin esfuerzo no sirve de nada, y querer de verdad implica ir a contracorriente mil veces, pelear por lo que uno cree aunque a veces dude. Y todo esto es lo que hace Dora, pero no lo que hace Luka. Y una historia de amor debería ser cosa de dos, no de uno.
Por eso mismo, mientras que he podido empatizar totalmente con Dora, Luka me ha provocado muchísimo rechazo. Ella represente la lucha, el decir y hacer, la acción, el activo. Luka en cambio es un hombre cobarde, incapaz de cambiar su vida por miedo a las consecuencias a pesar de llenarse la boca diciendole te quiero a Dora. Prefiere el malo conocido que bueno por conocer y es muy comodón.
Fin spoiler.
Respecto a la narración, es de lenguaje sencillo y muy poético. La autora juega con palabras y muchos versos de Neruda, de manera que transmite las cosas de una forma preciosa. Tanto que al leer parece que las letras adquieren otro color, otra forma, un olor... Lo que no me ha gustado es que hay muy poco diálogo, y a mi me gusta que haya mucho.
Tengo sentimientos encontrados con la novela. Por un lado, me ha gustado la realidad de la historia, y es que si al principio parecía que estaba ante una novela de amor que te provoca un subidón de azúcar, y a ratos sí lo hace, a medida que la lectura avanza por fin comenzamos a entrar en lo que es la vida real: que no todo es un camino de rosas y que por las cosas que uno quiere hay que pelear, y aun así, nada está asegurado. Además hay variedad de personajes, cada uno con un papel y una personalidad marcada que no son para nada novelescos, sino personas como cualquiera de nosotros, con nuestras virtudes y defectos.
Lo que no me ha gustado ha sido el exceso de dulce en los pocos diálogos que hay. Los protagonistas se hablan como si fuesen princesas de Disney, con un colorido y unas promesas de amor exageradas. Y digo exageradas porque el tiempo que pasan repitiéndose lo mismo, podrían emplearlo en hablar de otras cosas igualmente importantes y sin embargo, omitidas...
En resumen, es una buena novela, pero no sabría decir si es que yo tenía demasiadas expectativas (mea culpa) o si es que además, al ser vendido como "la historia de amor del año", hace pensar en algo distinto a lo que contiene en realidad. Y partiendo de eso, reconozco que hubiese leído el libro igualmente, pero que esa publicidad no se ajusta al contenido del libro.
CADA DÍA, CADA HORA
-Natasa Dragnic-
Editorial Seix Barral, año 2012
PVP. 18,50€
"Dora ve lágrimas en sus ojos y sonríe, ya que la vida es maravillosa. Luka. ¡Ese era el nombre! Y todo cobra sentido. Ella ha estado esperando y él ha acudido, un hombre hecho y derecho, no un chaval de nueve años que aún ha de esperar para que sus músculos se desarrollen, no. Está para no dejarlo escapar, tanto que sus manos se humedecen, y ahora todo va bien, y la vida puede empezar."